Testimonio: ¡Padre, gracias por aquellos que nos trajeron el Evangelio!

Testimonio de Lidia Mercedes Cárdenas Torres, Ancud.

“Mi papá no le tenía buena a los curas. Por eso cuando el misionero LeFevre pasaba por nuestra casa para hablar del evangelio, lo recibíamos y lo atendíamos. Compartíamos nuestra comida con él y dormía en cualquier lugar donde podía. Me acuerdo que andaba con un hijo y que andaba trayendo una maquinita donde hacía tratados de la Palabra

Estas son palabras de mi mamá, doña Lidia Mercedes Cárdenas Torres, 89 años, hija mayor de Tomás y Lidia, mis abuelos. Nació y vivió hasta los 21 años en Nal, cerca del Faro Corona, localidad rural distante a unos 30 kms. aproximadamente de la comuna de Ancud. Ella nos ha relatado como, cada cierto tiempo, llegaba hasta ellos el misionero LeFevre para compartirles el Evangelio. Su papá, nuestro abuelo no era cristiano, pero junto a nuestra abuela le brindaban hospitalidad. Mi mamá recuerda con mucho cariño los días en que, junto a sus cinco hermanas, escuchaban el Evangelio por boca del hermano LeFevre.

Hablando a nosotros sus hijos, nos dice: “Conocí a Mancilla (Gregorio, nuestro papá. “Mancilla”, así lo llamaba ella) cuando él iba desde Calbuco a trabajar a Ancud en las ostras. Nosotras, las mujeres mayores (seis hermanas, no tuvo hermano varón), salíamos con mi papá en el bote a trabajar en las ostras, o sea, nos vimos de bote a bote. Mancilla ya era evangélico, de la Iglesia Aliancista de Aguantao. Nos estuvimos viendo como dos años a escondidas porque tenía miedo que mi padre lo supiera. No quería imaginar que iba a decir cuando Mancilla me pida la mano. ¡Imagínense, que yo me vaya de la casa, la mayor, la que más trabajaba! 

Resumo la historia de mis padres: Mi mamá, cumplidos los 21 años, y sin decirle nada a nuestro abuelo, sólo a nuestra abuela Alicia, la cual recibió con gozo el evangelio, viajó al pueblo (Ancud) y se bautizó en la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de esa ciudad. El mismo año se casó con “Mancilla”, unión de la cual nacieron diez hijos. Nuestro padre, don Gregorio Mancilla Ojeda; cristiano fiel desde los 14 años, fallecido hace varios años, nos contaba con mucho sentido del humor, “La Meche, se bautizó en Ancud para casarse conmigo”. Nuestra mamá sólo respondía riendo, “no le crean a éste”. 

Esta es, en síntesis, la historia de mi familia, en la cual quiero realzar la labor sacrificial de nuestros primeros misioneros en el sur de Chile. Nuestro hermano misionero Carlos LeFevre y su familia, en ese tiempo, sólo podían llegar por medio de lanchas al hogar donde vivía mi madre. Una casa pequeña, con piso de tierra en salón principal y un fogón en el centro. Nuestro hermano Carlos era austero, como dijo de él el misionero Juan Bucher, “Comía cualquier cosa, en cualquier parte. Era muy sufrido y económico, tenía una peineta de aluminio que tenía 25 años…”. *Sobre todo, nuestro hermano Carlos LeFevre, amaba al Señor y su obra. El fruto de su trabajo perdura hoy.

Por mi parte, sin conocer los detalles de los inicios de mi madre en el Evangelio, Dios me encontró y desde hace treinta años soy miembro de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera. 

¡Padre, gracias por aquellos que nos trajeron el Evangelio!

Escrito por Luis Mancilla Cárdenas, pastor Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Hualpén

* (Desde el siglo y hasta el siglo Tú eres Dios, Imprenta y Editorial Alianza, 1997). //

(Publicación en memoria de nuestra hermana Mercedes Cárdenas Torres, quien falleció a los 90 años de edad, en la ciudad de Calbuco)

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