Durante la última Junta General 2022 que reúne a pastores y delegados de la Iglesia Nacional, se reconoció la labor pastoral del Pr. Reiner González Medina, quien se acogió a retiro ministerial, después de 41 años de servicio en la obra. El pastor realizó su labor ministerial en varias iglesias del sur del país, donde junto a su familia fue de bendición para muchos quienes hoy inclusive también forman parte del ministerio. Conversamos con el pastor Reiner respecto a sus años de servicio, los momentos de dificultad por los que pasó y aquellas instancias donde vio muy de cerca la mano del Señor.
Pastor Reiner ¿Qué año comenzó su ministerio y como fue su llamado al servicio pastoral?
Yo nací en la ciudad de Loncoche un 25 de diciembre de 1952, pero mis padres me pasaron por el registro civil, un 6 de enero. Mi padre, por trabajo, nos movilizó por varias ciudades de Chile. Mi llamado al Señor fue a los 12 años en Valdivia, y mi encuentro y conversión fue en los campamentos de Loncoche en el año 68, lugares que fueron muy especiales para los jóvenes de ese tiempo, varios de ellos hoy están en el ministerio. Perteneciendo a la Segunda Iglesia de Temuco sentí el llamado ministerial en una reunión de jóvenes del Instituto a los 16 años, y lo concreté a los 25 años estando en la ciudad de Frutillar. La iglesia de esta ciudad fue especial para mí, porque me apoyó junto a su pastor durante los 4 años de estudios en el Instituto en esos tiempos. Egresé del Seminario en el año 79, además conocí en este lugar a la que fue mi esposa por 29 años, Gladys Rivera, y con ella formamos un hermoso matrimonio y guiamos un lindo ministerio por casi 30 años juntos. De ese matrimonio el Señor me dio la bendición de tener 4 hijos: Esteban, Armando, David y Keyla. Por la gracia de Dios, 3 de ellos, se han comprometido a la obra como su padre y su madre.
¿En qué iglesias y ciudades ha pastoreado durante su largo ministerio?
Tuve la dicha de pastorear en mi inicio, en los años ochenta, las iglesias de Llanquihue y Puerto Varas. Y posteriormente, en el 1982 bajé hasta Aysén donde estuve entre 4 o 5 años. Después estuve en las iglesias de Chile Chico y Puerto Ibáñez. Posterior a eso, el Señor me trajo para trabajar en los años 89-90 con la iglesia de Río Bueno, donde estuve más de 7 años ministrando. De ahí Dios me llevó hasta las tercera iglesia de Osorno, una iglesia que tengo en mi corazón y donde vi como el Señor se manifestó en nuestras reuniones sanando enfermos, liberando endemoniados. Fue una experiencia linda. Posteriormente, el Señor me mostró en mi corazón, irme a la segunda iglesia de Puerto Montt donde había una tremenda necesidad espiritual, gracias a Dios -junto a mi esposa y mis hijos- pudimos lograr encaminar esa iglesia y ponerla en los rieles, tanto administrativa como espiritualmente. Aún así fue un momento triste en Puerto Montt, donde el Señor me separó de mi esposa, fue un golpe muy duro y sentí esa soledad por la falta de mi compañera.
Respecto a esto pastor, sé que fue un momento muy difícil para usted la pérdida de su esposa. ¿Cómo Dios le ayudó a nuevamente ponerse de pie?
Pensé que el mundo se me venía abajo, pero el Señor tenía algo especial. Con el mensaje de un amigo que tenía palabras a la mano, Dios hizo que reaccionara y sentí absoluto su respaldo, y pude continuar por 10 años más en esa iglesia. Mis hijos comenzaron sus ministerios y encontraron esposas, y eso yo lo agradezco a Dios. En esa iglesia viví etapas especiales, logramos cosas por el Señor y sé que quedé en el corazón de esa iglesia. Además, gracias a ella tuve la oportunidad de formar un segundo matrimonio con Ana, una mujer que Dios tenía preparada, y que hoy es mi compañera, apoyo y motivación para seguir adelante. Tras esto pude llegar hasta la segunda iglesia de Osorno, un lugar donde había necesidad y dolor, y Dios me trajo acá junto a mi hija y pudimos trabajar estos años haciendo cosas que solo gracias al Señor pudimos hacer.
¿Cómo fue en sí su ministerio? Me imagino que tuvo tanto momentos de gozo como momentos difíciles de pasar.
Bueno, hoy terminé mi ministerio, he cumplido la tarea que él me ha encomendado, pero no me siento retirado. Ante las normas o estructuras humanas puede ser, pero ante la orden y ley de Dios sigo estando vigente para servirle. Lo demuestro porque, a pesar de estar jubilado, me ha dado la oportunidad de quedarme un año más en esta iglesia para motivarla, alentarla y esperar al pastor que quedará después. Tuve muchos momentos difíciles y de necesidad, pasé dificultades económicas en Aysén por más de 6 meses, ya que la iglesia no podía proveerme mi honorario, pero supe vivir por la gracia de Dios, supe ver como las cosas llegaban a mi casa sin tener monedas. El Dios que provee, lo conozco y no me pueden decir lo contrario. Dios me sorprendió con cosas hermosas, donde pude llevar a sus caminos a mucha gente, y varios de ellos han ido quedando en la obra. Hay muchos pastores en el ministerio.
Pastor Reiner ¿Qué podría decirle a aquellos pastores nuevos que recién están comenzando su ministerio?
Decirle a mis futuros pastores: la tarea no es fácil. Solo hay que esforzarse, en un ministerio donde tenemos un pastor que no se esfuerza no se logrará nada. Hay que sacrificar de nuestro tiempo, pero sobre todo hay que obedecer, y lo que cuesta más, ejercer la palabra de Dios. No es fácil, pero quien nos llamó lo hará fácil, porque lo veremos a Él trabajando en nuestras vidas. En Él tendremos los éxitos. Esa intimidad que ningún pastor debe dejar, va a ser el resultado de su ministerio pastoral. La iglesia necesita pastores que estén dispuestos a llegar a la casa a escuchar, dispuestos a tomar una escoba y barrer, dispuestos a simplemente abrazar, porque la gente tiene necesidad de cariño. El conocimiento pasa a segundo plano, cuando primero hay que fortalecer el cariño de nuestra gente.
Finalmente pastor ¿Qué agradecimientos les gustaría dar?
Agradezco a Dios por este ministerio que me ha dado y podría nombrar a muchos que me han bendecido, pero sí agradecer a aquellos que fueron claves en mi ministerio en apoyos en momentos difíciles. Agradezco a esta corporación que abrió la puerta para servir al Señor, y a aquellos hombres y mujeres que creyeron en mí. A mis hijos que fueron de apoyo, y a mi distrito Sur que fue durante todos estos años mi campo de batalla. No estoy arrepentido de haber vivido estos momentos hermosos, de haber sufrido en momentos necesidad y abandono, pero puedo decir que a pesar de todo eso el Señor ha sido fiel. En lo poco que fui fiel, sé que el Señor me ha ayudado a hacer cosas grandes.