La iglesia y el cambio climático

En la última junta general que reúne a pastores y hermanos de la Iglesia Nacional se aprobó la “Declaración e iniciativas para el cuidado de la creación de Dios” documento que busca crear conciencia, en el contexto de la Iglesia, sobre la urgencia e importancia del cuidado del medio ambiente y la responsabilidad que tenemos como hijos de Dios y mayordomos de la creación, en este sentido señala que “como Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Chile, estamos convencidos de que nuestras iniciativas referentes al cuidado de la creación de Dios ayudarán a resolver el grave problema del calentamiento global de la tierra. Creemos que nuestro profundo compromiso con Jesucristo incluye amar a nuestro prójimo, cuidar de los más pequeños y ser administradores adecuados y responsables de Su creación, esto nos obliga a actuar. La tierra que Dios creo y dejó bajo nuestra administración, es nuestro único hogar y un regalo que sostiene la vida”.

El documento señala que, si bien muchos se han dedicado al estudio, reflexión y oración relacionados con el tema del cambio climático, esto no se ha tratado como un problema urgente o una prioridad importante: “los cristianos nos hemos desconectado de la tierra, porque parte de nuestra comprensión teológica y predicación se ha vuelto dominada por una visión del Reino de Dios perteneciente a otro mundo. De hecho, muchos de nosotros hemos necesitado grandes argumentos antes de convencernos de que el cambio climático es un problema real y que debería importarnos como cristianos. En cierta forma, estamos siendo forzados a regresar a la Biblia para (re)descubrir la vasta cosmología de la creación divina que yace dormida, pese a la gran cantidad de argumentos bíblicos en favor de la tierra. Visto lo anterior, tenemos el desafío de admitir que hemos sido muy antropocéntricos y egoístas en nuestra mirada de la creación.”

Dentro de los puntos planteados en esta declaración, está en primer lugar, el reconocimiento de que el cambio climático inducido por el hombre es real: “Se sabe que organizadamente desde 1995, ha habido un acuerdo general entre los miembros de la comunidad científica más seriamente comprometidos con este tema, de que el cambio climático está ocurriendo y es causado principalmente por actividades humanas, especialmente la quema de combustibles fósiles, desprotección de zonas verdes, falta de acciones de reciclaje y otros muchos”. 

Otro punto importante que aborda es, que las consecuencias del cambio climático -como el aumento del nivel del mar, olas de calor, falta de agua en las napas subterráneas, graves sequías y fenómenos meteorológicos extremos, lluvias torrenciales e inundaciones; aumento de las enfermedades tropicales en las regiones ahora templadas; y huracanes cada vez más intensos- serán importantes y afectarán más duramente a los sectores pobres y desposeídos, quienes no tienen los recursos para hacer frente a estas .

El tercer punto señala que como cristianos, con firmes convicciones morales, debemos dar respuesta al problema del cambio climático. En este sentido señala: “el amor a Dios, el amor al prójimo y las exigencias de la mayordomía de la tierra, son razones más que suficientes para que los cristianos evangélicos respondan al problema del cambio climático con pasión moral y acciones concretas. Todo esto requiere una profunda reflexión cristiana, en asuntos de ética y obediencia”. Por último, la declaración plantea la urgente necesidad de actuar. Los gobiernos, las empresas, las iglesias y las personas, tienen un papel que desempeñar para abordar el cambio climático, a partir de ahora.

Finalmente, se hace un llamado a las iglesias a tomar medidas que contribuyan al cuidado del medio ambiente: “llamamos a cautelar que nuestros templos y dependencias avancen a la sostenibilidad (por ejemplo, paneles solares, reciclaje, etc), calefacción con energías limpias y no contaminantes, disminución en la emisión de sonidos, uso adecuado del agua, uso de detergentes biodegradables, tener centros de reciclaje, etc. Por otro lado, estos esfuerzos en el tiempo ahorrarán dinero y energía; reducirán la contaminación causada por el calentamiento global y la contaminación del aire que dañan la salud humana; y, la implementación de ellos se amortiza por sí mismos. Queda mucho más por hacer, el Señor nos ayude a mostrar el camino a seguir”.

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