La Alianza no solo tiene templos y congregaciones en espacios urbanos, sino que también muchas iglesias en los campos. Al respecto, conversamos con el Pastor Héctor Parra, quien lidera el Ministerio de Avance Rural, enfocado en la predicación de la palabra en sectores rurales del sur del país.
- Pastor Héctor, según su visión personal: ¿Cómo se ha ido dando la pandemia en las iglesias rurales?
La pandemia en la ruralidad fue de manera paulatina, en términos de ver a personas con contagios y al mismo tiempo, por parte de algunos fue irrelevante al principio, sobre todo en los más escépticos; sin embargo, conforme se propaga la enfermedad y en la medida que son afectadas personas de las distintas ciudades del país, poco a poco comenzó a verse afectado el mundo rural, es por eso que hoy en día, después de un año y algunos meses transcurridos de esta situación, recién hay más credibilidad al respecto y por ende, más autocuidado, que puede verse reflejado en el uso de mascarilla, por ejemplo, en el desplazamiento de la gente dentro de la misma comunidad o en actividades propias de las juntas de vecinos o reuniones que tiene que ver con el progreso, desarrollo de la pequeña agricultura y ganadería.
- Respecto a las iglesias que forman parte del Ministerio de Avance rural, ¿Qué medidas han tomado respecto a la pandemia?
Nuestras congregaciones van desde Angol a San José de la Mariquina y como todas la Iglesias ACyM del país, se acató de igual manera la resolución de la autoridad sanitaria, la cual nos indica que no podemos congregarnos en nuestros templos, evidentemente, cada hermano ha debido continuar su búsqueda personal del desarrollo cristiano ahora en su propio hogar a la espera de la normalidad que continúa siendo un anhelo hasta hoy y también un gran motivo de oración.
- ¿Cuáles han sido los mayores problemas que ha provocado la pandemia en el contexto rural de estas iglesias?
Como Ministerio nos hemos visto enfrentados a la escasa conectividad, resultando nuestra manera de comunicarnos con la ruralidad distinta a la de la ciudad, sobre todo en el primer tiempo, la única posibilidad de contacto con ellos ha sido mediante teléfono, en ocasiones con escasa señal, dependiendo de los lugares; por lo tanto, las llamadas pasaron a ser muy importantes para animar a los hermanos y enviar reflexiones de la Palabra de Dios en audios de 6 a 7 minutos de duración.
- ¿De qué forma ha visto usted pastor que los hermanos de estas iglesias rurales se han debido adaptar a la imposibilidad de hacer cultos presenciales?
Antes esperaban ser visitados, ya sea por los hermanos de la Iglesia local de donde dependen administrativamente y en ocasiones también esperaban visitas nuestras a sus congregaciones; con el paso de los días, tuvieron que adaptarse algunos a la nueva realidad, sobre todo las familias con estudiantes, tanto liceanos como universitarios, que en épocas normales se trasladaban a las ciudades más cercanas para sus estudios, pero que ahora queda relegado a hacerlo desde sus hogares; es por eso que se ha visto una mejora de la conectividad hasta donde es posible, ya que en los campos el cableado o una fibra óptica simplemente es inaccesible para muchos, pero de todas maneras, se las arreglan cambiando sus dispositivos y otros, comprando antenas captadoras de señales, para así poder brindar a los suyos lo necesario, mejorar la conectividad y así tener la posibilidad de participación de los cultos emitidos desde sus iglesias locales.
- Sobre esto último, ¿ha servido a los hermanos adaptarse a las nuevas tecnologías? Obviamente de la manera en la que el contexto lo permite
Últimamente hemos podido iniciar con parte del liderazgo de las congregaciones, un tiempo de acercamiento vía zoom, no es óptima la comunicación con todos ellos, sin embargo, podemos retomar lo que antes de la pandemia veníamos promoviendo, la expansión del Reino de Dios, el fortalecimiento de la Iglesia en este contexto, priorizando la educación cristiana, partiendo por la nuevas generaciones y por supuesto, nuestro anhelo y oración es que pronto podamos volver a reunirnos, para continuar sembrando la buena semilla de la Palabra de Dios a las comunidades rurales.