Es una inquietante e interesante pregunta, actual inquietud de muchos cristianos. Si bien ningún pasaje aborda esta pregunta específicamente, varios nos apuntan en esa dirección. Veamos y pensemos.

Jesús nos enseño que debemos ser sal y luz, y ser como ciudades que estan asentadas sobre las colinas (Mateo 5: 13-16). Esto significa que nuestras vidas van a tener un impacto positivo. Nuestro voto, especialmente colectivo, tiene un gran potencial para impactar nuestro mundo para bien cuando elijamos a quienes nos gobernarán, con leyes  llenas de justicia y equidad.

El apóstol Pablo escribió que Dios ordena gobiernos con autoridad como sus ministros. Si Dios ordena a los gobiernos que hagan el bien, de esto se deduce que sus hijos harían bien en participar en el gobierno para hacer el bien.

¿Puede imaginarse al apóstol Pablo, en el primer siglo, rechazando una oportunidad para que los cristianos se postulen para un cargo, o tengan voz sobre quién gobierna las comunidades, incluso las naciones?

Casi al cerrar el Nuevo Testamento, hay una palabras interesantes en el pequeño libro de Judas que nos dicen que luchemos fervientemente por la fe, lo que significa que debemos defenderla (Judas 3). Nada en su declaración limita la defensa de la fe en la iglesia. Jesús dijo: “Lo que ahora les digo en la oscuridad, grítenlo por todas partes cuando llegue el amanecer. Lo que les susurro al oído, grítenlo desde las azoteas, para que todos lo escuchen” (Mateo 10:27). Es el diablo, no Jesús, quien desea limitar a los cristianos a hablar solo entre ellos.

Algunos dicen que los cristiaanos no debemos imponer nuestra creencia a otros. Sin embargo, al decir esto, están tratando de obligarnos a conformarnos con lo que ellos creen. ¿Por qué es eso diferente? Todos deberíamos tener la libertad de intercambiar ideas y creencias en la arena pública en lugar de ser obligados a guardar silencio o ser censurados.

Dios puso a José en el poder en Egipto. Envió a Daniel, Sadrac, Mesac y Abednego a Babilonia, donde todos sirvieron en puestos influyentes bajo reyes extranjeros. Ester, fue nombrada reina de Persa cuando era joven y así salvó a su pueblo. A su tío Mardoqueo también se le dio un alto puesto.

Jesús dijo que ni siquiera Pilato tenía poder sobre él excepto lo que le había sido dado del cielo (Juan 19: 10-11). ¿Qué poder, qué autoridad tiene cada ciudadano cristiano, sino votar?

Las generaciones futuras mirarán hacia atrás en nuestros días y verán el impacto de la Iglesia en nuestra sociedad. ¿Mirarán hacia atrás y verán que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para influir en nuestras comunidades y en nuestra nación para siempre?

Pronto deberemos tomar una decisión. ¿Recuerda al hombre de «un talento»? No entierres lo que tienes. Úselo para la gloria de Dios.