En el día del profesor, saludamos a todos quienes ejercen la noble labor de educar a las próximas generaciones. Que el Señor les capacite y provea todas las herramientas que necesitan: porque de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente.
Al respecto, recordamos las palabras de nuestra misionera Bárbara Volstad, quien por años fue rectora y maestra de nuestro Seminario Teológico:
“Se puede tener un edificio, se puede tener un pizarrón y tiza, y se puede tener alumnos, pero sin un profesor, poco se realizaría. Gracias a Dios por los profesores que han dado una dedicación total al ministerio de la enseñanza dentro del Instituto.
Es un ministerio no vistoso, ni se ve fruto de la noche de la mañana. Son horas y horas de estudio, no solamente para comprender la materia sino para poder hacerla comprensible a los alumnos. Es día tras día, cumpliendo con el reloj en la mano. No se puede faltar, porque se necesita hacer otras diligencias. El timbre toca y hay que estar.
Los alumnos pueden perder el interés y hasta tener sueño, pero el profesor debe mantenerse con un interés vivo en su ramo y estar bien despierto a pesar de haber trasnochado por sus estudios.
¿Es muy sacrificado? No. El Señor sabe recompensar. Pasan los años y uno ve a sus ex alumnos enseñando, pastoreando, predicando, guiando almas al Señor. Ve como han ido enriqueciendo sus vidas en la palabra de Dios y su práctica. Es un tesoro que nadie puede quitar, es eterno. Y sobre todo, el Señor le da un gran contentamiento al profesor, porque no solo imparte conocimiento, está ayudando a formar vidas para el servicio del Señor.
Bárbara Volstad, rectora. Año 1982 / Tomado de Revista Salud y Vida.