Coronavirus: la historia de una temuquense trabajando en el área de la salud

La pandemia del Coronavirus ha tenido un avance sostenido en el país, llegando actualmente a más de 10 mil personas contagiadas y cerca de un centenar de fallecidos. Un avance de la enfermedad que se ha concentrado en su gran mayoría en la región metropolitana, pero que comunalmente ha tenido otro protagonista: la ciudad de Temuco.

La ciudad sureña se ha transformado en la comuna con más contagiados a nivel país, con cerca de una veintena de fallecidos (todos adultos mayores) y un servicio de salud que ha trabajado durante semanas en la línea del colapso. Respecto a lo último, el Hospital Regional de Temuco ha sido el frente más reconocible en torno a la lucha contra el avance del virus, un centro de salud donde inclusive muchos trabajadores también han sucumbido al contagio.

Nayareth Aguilera es de profesión TENS (Técnico en Enfermería) y trabaja en el Hospital Regional y en la Clínica de la Universidad Mayor. Ella forma parte activamente de nuestra segunda Iglesia en la ciudad y, producto de su trabajo y de tener contacto con una colega con Covid-19, resultó también contagiada.

Conversamos con ella para que nos cuente sobre su testimonio respecto a cómo ha sido afrontar todo esto desde el interior de los centros de salud, y el proceso e implicaciones de contagiarse con el virus.

«Un sábado en la noche, estaba en la clínica y llamaron en la mañana del domingo a las 7 de la mañana informando que una colega salió positiva. En ese momento no sentí temor, pero sí tenía muchas dudas. Después de todo podía ser posible contagiada ya que la semana anterior y entregué turno con ella y el 31 de marzo me quedé hasta tarde conversando en el cafetín de la unidad«.

– ¿Y qué sucedió después?

Llegué a mi casa, estaba mi colega y le dije: ‘Eres positiva’. Me respondió que sí; le dije llama para ver qué hacer, teníamos muchas dudas porque ella no vivía conmigo pero esa noche se quedó en mi casa. Llamé a la Seremi y me dijo que tuviera paciencia, pero que mi colega no podía salir de mi casa, que lamentablemente como era positiva no podía ir a su casa porque ahí vivía un adulto mayor (mamá), se entendía la situación, estaba tranquila hasta el día dos. Ese mismo día, el domingo en la noche comencé con síntomas, tenía fiebre y me dolía mucho el cuerpo, al otro día fui al hospital porque es raro que me dé fiebre. Y claramente me tomaron el examen, llegué a mi casa y en la noche me sentía bien, pero al otro día ya más o menos, no sé si me quise volver loca porque venía en todos lados de la casa contaminado».

– ¿Fue muy complicado empezar a pensar que quizá podrías estar contagiada?

Es que veía el virus en todo, los muebles, las paredes, no sabía dónde sentarme, estaba de verdad como viendo todo contaminado; salí al patio y me puse a orar y lo único que recuerdo que decía, me ha costado tanto tener mis cosas para que esté todo así, en algún momento pensé en eliminar muchas cosas. Oré y le entregue todo a él cómo siempre, (es algo que me acostumbré hacer porque si no hago eso me siento como si algo me faltara), al orar él me entrega paz, tranquilidad y así me siento ahora, tranquila confiando en él; en lo que hará y en lo que ya hizo por mí. Lamentablemente me contagié porque cuando estuve con mi colega estuve a menos de un metro de distancia y al hablar, las micro gotas son tan livianas que se esparcen hasta un metro y medio.

– ¿Cómo ha sido el proceso de estar contagiada con coronavirus?

Mucho se ha hablado de esta enfermedad y lo que puede provocar en las personas. Hay días que me ha costado más que otros porque a veces ando un poco triste, siento cansancio, duermo mucho, pero lo poco que he logrado hacer se lo dedico a él, cantando, leyendo libros cristianos, tengo un montón así que es tiempo de terminarlos. Y viendo qué quiere Papá en este tiempo. Anoche decía, a veces uno ora, lee, pero si no lo hace siempre no es suficiente, estos días son claves para que papá nos entregue y nos revele cosas que no sabemos. Él ha sido fiel conmigo, mis síntomas han sido leves; hay días que no siento nada y otros días que vuelve un síntoma, es extraña esta enfermedad, es desconocida, pero estoy tomada de la mano del Padre y sé que él no me soltará, creo qué hay que tener fe y saber que tenemos un Padre maravilloso que nos cuida, de todo esto hay que sacar alguna enseñanza, un aprendizaje y todo tiempo en su morada es bueno. Ya sea un tiempo de enfermedad o no, todo con él es bueno.

– ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en salud con tantos contagiados?

Me imagino que mucha gente tiene miedo. En lo personal hubo un momento en que tenía miedo, porque con todos mis colegas así sugestionados que veían noticias y decían ‘¿Entonces lo que nos han enseñado no es?’ , habían muchas dudas de por medio y comencé a caer en eso de no querer pasar a atender a un paciente Covid. Pero después de orar y de que Dios me dio la tranquilidad que necesitaba, ya no tenía miedo atender a mis pacientes, todo lo contrario me sentía bien poder estar ayudándoles, explicándoles todo, bueno siempre lo he hecho, trato siempre de explicar qué procedimientos le vamos hacer y el por qué, me gusta que ellos sepan. Hacerles sentir tranquilos. Un día me destrozó el corazón uno de ellos, se puso a orar porque le dijeron que lo iban a intubar porque sus pulmones no estaban funcionando bien, tenía mala mecánica ventilatoria solo con naricera, se le puso una mascarilla de alto flujo y seguía mal, así que se decidió intubar y él oraba y le pedía a Dios que lo cuidara. Dentro de mí igual le pedía a Papá que así lo hiciera, pero dentro de todo, más allá de lo que hice se ve mucha necesidad, la gente tiene miedo, porque piensan que van a morir, mis colegas tienen miedo de contagiarse, de contagiar a sus familias, se entiende, pero es triste ver eso porque no están dejando todo completamente a Papá, cuando él tiene el control de todo esto.

– Eso también, ¿Cómo ha sido el afrontar esto con tus colegas?

Me imagino que en su mayoría no conocen del Señor. A mis colegas les hablaba de Dios y les decía que si estábamos ahí es porque él lo permitió todo, tenemos que ser luz en medio de toda esa necesidad, una de mis colegas es cristiana y hablábamos, pero a pesar de eso tenía miedo, no quería atender más pacientes Covid. Me daba pena, porque ellos necesitan tanto de nosotros y me da pena porque quizás como ella hay muchos cristianos que están viviendo en el temor y no en lo que Dios tiene preparado en este tiempo. Creo que hay que confiar en papá, entregarle todos esos sentimientos, las angustias, los temores y él sacará todo eso, nos dará claridad de lo que él quiere hacer con nosotros y con ellos, tenemos que dejar usarnos por él, este tiempo muchos conocerán a Dios, pero muchos se enfriarán también, porque no lo buscan, se quedan con lo que escuchan, es fuerte pero lamentablemente es así.

Tal como señala Nayareth, el miedo es uno de los sentimientos que abunda dentro de los servicios de salud, ya que el Covid-19 es hasta hoy un virus desconocido y que puede causar consecuencias distintas en la personas. Aún así, es de tremendo valor lo que hacen personas como ella, quien no sólo ayuda en el ámbito de la salud, sino que también entregando la palabra. Y tal como ella deben haber muchos otros hermanos trabajando en hospitales y clínicas de Chile que están extenuados, cansados y que necesiten de nuestras oraciones.

«¿Imagínense si no lo tuviéramos a él? Serían procesos malos, angustiosos, tenemos el favor de Papá y eso es lo mejor. Tenemos que aprovechar que lo conocemos, porque gracias a eso podemos estar de pie aún enfermos» nos comenta Nayareth, y eso es algo en lo que todos debemos tomarnos en estos días. ¡Tenemos un Dios grande, confiemos en Él!

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