La importancia de ministrar el corazón de los niños, fue una de las lecciones que aprendí en el Encuentro ABBA, organizado por el ministerio Escuela de Oración Internacional, que ha realizado varios encuentros en la región de La Araucanía, y que esta vez llegó hasta la ciudad de Villarrica a realizar uno para niños de 6 a 13 años de edad, siendo anfitriona La Alianza de la ciudad lacustre.
Tiempos de alabanza, danza, ministración, oración, confesión y exposición de la palabra de Dios, fueron cada una de las actividades que los niños realizaron junto a sus padres, todo hecho con sencillez, pero con gran demostración del poder de Dios y la presencia de su Espíritu Santo.
Lo que más llamó mi atención fue la ausencia de juegos; cada una de las lecciones, que se basaron en el PADRE NUESTRO y sus siete habitaciones, fueron expuestas con gran destreza y gracia por las hermanas del ministerio. En relación a esto, creo que los adultos tendemos a pensar que debemos “entretener” a los niños, y que las lecciones deben ser obligadamente con juegos, porque talvez creemos que ellos no tienen la capacidad aun de desarrollar su espiritualidad, pero me di cuenta que esto no es así. Al ver cómo los niños respondían a la Palabra, se humillaban ante Dios al reconocer sus pecados, pedir perdón, y adorar a Dios, reconocí la importancia de exponerlos al evangelio, y hacerlos reflexionar en temas de “adultos”.
En un momento de reflexión para padres, la expositora nos recordó la promesa de Dios de que “él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” y nos hizo ver que somos nosotros quienes nos alejamos primero del corazón de nuestros hijos y como consecuencia, ellos se alejan de nosotros. Nos demostró cómo la tecnología más que unirnos, nos separa como padres e hijos y nos desafió a estar más cerca de ellos, jugar con ellos, a estar conectados: pedir perdón si hemos fallado, y darles espacio para abrir su corazón con nosotros en confianza y amor.
Una jornada sin duda edificante, que ministró no solo el corazón de mi pequeña hija de 9 años sino el mío también como mamá. Asimilar que nuestros hijos son aquellos dones que el Señor ha puesto en nuestras manos para ayudarles a desarrollar una relación con Dios a través de Cristo y que la iglesia debe hacer todos sus esfuerzos por proveer espacios donde ellos puedan desarrollar una espiritualidad profunda basada en las Escrituras.

Escrito por Priscila Quintana, miembro Alianza Temuco Poniente que vivió el encuentro.
Fotografías Alianza Villarrica.