Mi nombre es María del Pilar Altamirano, vivo desde hace unos años en Puerto Montt junto a mi esposo y mis dos hijas. El 27 de Julio del 2017 después de una tercera biopsia me diagnosticaron cáncer de mama grado 3 específicamente en la mama izquierda. Tenía dos tumores, cada uno medía 4 cms.
Cuando te diagnostican cáncer tú lo asocias quieras o no con muerte, porque es una enfermedad difícil y cuesta salir adelante, esto tiene que ver con tu fe, tu estado de ánimo y además porque es un largo tratamiento al cual uno se somete.
Las enfermedades pueden llegar en cualquier momento seamos cristianos o no, seamos pobres o ricos, la enfermedad es la misma para todos y Dios nos prueba, pero la diferencia está en cómo la enfrentamos, en quien realmente hemos creído, si la Palabra de Dios la tenemos como un sello en nuestro corazón, si confiamos en Aquel que un día nos llamó y salió a nuestro encuentro, me refiero a nuestro SeñorJesucristo.
El cáncer de mama es uno de los cáncer más frecuentes en las mujeres y es uno de los más invasivos que se desarrolla en nuestro cuerpo, es decir que en poco tiempo se puede ramificar a otros órganos, pulmones, riñones, desarrollando metástasis hasta los huesos.
Con mi esposo conversamos todo esto y lo pusimos en oración esperando la voluntad de Dios. Yo creía que Dios podía sanarme porque es poderoso, su poder es el mismo ayer, hoy y siempre, pero también pensamos que la voluntad Dios podía ser llevarme de este mundo y que pasaría si yo no estuviera. No porque dudáramos de la eficacia de Dios sino que pensábamos en su soberanía, ya que no siempre las personas que están enfermas son sanadas sino que Dios las recoge porque es su voluntad y él hace como quiere, eso lo teníamos muy claro.
Dios fue derramando paz en nuestro corazón y en el de la familia, pasara lo que pasara sería la perfecta voluntad del Señor. Pero en mi oración yo decía: “Señor si te place déjame aquí en la tierra, sin tan solo te dignares, que tu piedad y misericordia me miren, si me sanaras será para que tu gloria se manifieste en mi vida. Dios si tú me sanas , todos verán tu poder, si yo muero tristeza vendrá sobre todo la gente que no te conoce y no van entender, pero si me sanas, mi compañeros de trabajo van ver que tú eres real en mi corazón y yo anhelo que tu gloria se vea en estos tiempos tan difíciles donde la maldad se ha multiplicado y pareciera que la gente ya no cree en nada, pero yo creo en ti oh Dios y sé que tú eres real”.
Con esta oración sentí paz en mi vida y mi familia, a pesar de todo tenía gozo, ánimo y fuerza. Empecé con mi tratamiento en agosto del 2017, ocho sesiones de quimioterapia.
La quimioterapia es un medicamento intravenoso, solía estar alrededor de 5 horas en el hospital, cuando me inyectaban, esta Palabra venía a mi mente: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23
Después de terminada cada sesión de quimioterapia me dolía un poco la cabeza, era llevadero ya que al poco tiempo pasaba y podía hacer las cosas de mi hogar de forma normal. Por supuesto estaba con licencia médica ya que no podía trabajar porque las defensas bajan mucho y me dio anemia.
El efecto que tuvo la quimioterapia sobre mi cuerpo fue inmediato, se cayó todo mi cabello, cejas, pestañas. Para una mujer esto es súper fuerte, pero a pesar de todo yo tenía siempre ánimo, paz en mi corazón, fortaleza, fuerza para luchar. No necesite de psicólogos, solo mi confianza estaba en el Señor.
A pesar de las defensas bajas siempre teníaánimo, sentía de parte de Dios asistir a mi iglesia los días domingos y al ministerio de mujeres los días martes. Sabía que el Señor me iba proteger porque Él quería que yo me congregara y le adorara. Iba a la iglesia después de la quimioterapia y sin mascarilla con la certeza que Dios me iba a proteger.
En marzo de este año me operaron de la mama izquierda y solo me sacaron un pedacito de la mama porque los tumores con el tratamiento de quimioterapia habían disminuido a 1 cm. Una vez dada de alta, la recuperación fue un poco dolorosa y tuve que volver al hospital ya que una bacteria entro en el drenaje donde salen los residuos, estuve 11 días hospitalizada, fue difícil estar lejos de mi familia pero Dios me hablo al corazón, me dio paz y me mostró el propósito por el cual estaba allí.
El 22 de mayo de este año comencé con mis radioterapias en el hospital de Valdivia y terminé el 6 de julio. Me hice 30 radioterapias, la radioterapia es como una luz que va quemando las células cancerígenas o el lugar donde estuvieron los tumores para que no vuelva aparecer. Era de lunes a viernes y solo duraba 3 minutos el procedimiento, solo que había mucha gente enferma y en ese hospital solo cuentan con dos máquinas para atender a toda la zona sur desde Collipulli a Coyhaique, por lo tanto solía pasar dos a tres horas para que me atiendan.
Mi cuerpo lo soportó muy bien a pesar que tenía las defensas bajas y anemia. Yo viajaba en bus de Puerto Montt a Valdivia y me volvía en la noche. Dios me libro de enfermedades, virus, influenza, accidentes. Muchas veces vi accidentes en la carretera, siempre oraba por el chofer del bus para que Dios lo guiara en la conducción.
Finalmente el 31 de julio me dieron de alta en el hospital y control cada seis meses que estaré en observación. Me dijeron que ya no tenía cáncer que mis exámenes me salieron buenos, tanto que en el último escáner incluso antes de la radioterapia no aparecían células cancerosas y mis defensas normales ya no tenía anemia, para la gloria de Dios estaba sana.
El oncólogo particular al ver mis exámenes me dijo lo mismo, incluso que podía hacer una vida normal y hasta volver a trabajar.
Agradezco a toda la iglesia por estar orando por mí y mi familia al ministerio de mujeres que siempre me tenían en sus oraciones, a mis hermanas amigas de iglesia que siempre oraron por mí , todos los mensajes de aliento y ánimo que me enviaron, que después de ser operada me fueron ayudar a mi casa, a mi esposo que siempre estuvo conmigo dándome ánimo y apoyo, a mis hijas por su cariño y amor, a mis suegros por ayudarme con mis hijas para retirarlas del colegio y a toda mi familia y compañeros de trabajo que también me apoyaron en todo este largo proceso de tratamiento. Toda la gloria sea para Dios y para mí su misericordia.