«Si Dios te está llamando al ministerio, Él no se ha equivocado»

La Alianza en Chile prepara a hombres y mujeres para el ministerio. Hoy, en diferentes ciudades de Chile, sirven a tiempo completo mujeres de fe, quienes edifican la vida de la iglesia a través de la predicación del Evangelio.

María Eugenia Ortega, sirve desde el año 2011 en la Alianza de Providencia, nació en Santiago y hace 26 años atrás tuvo un encuentro con Dios. Escuchando una prédica por la radio fue cuando recibió a Jesús como su Señor y Salvador, aun recuerda las palabras del pastor en su prédica diciendo: no pelees más y no huyas del Señor, no seas rebelde.

Quisimos conocer más sobre el proceso que vivió durante su preparación para servir en el ministerio y esto fue lo que nos contestó.

¿Cómo conociste a Cristo?

Alrededor de dos años antes de ese encuentro yo me había enojado con Dios, mi padre había muerto de un infarto fulminante y no entendía cómo Dios podía dejarme sin papá. Durante todo ese tiempo, mis tías (hermanas de mi padre) me hablaban de Jesús, pero yo no quería saber nada. Hasta ése día, que Dios me enfrentó en ese programa de radio, nunca pensé que ése encuentro se haría cada vez más estrecho y cercano. Recuerdo que, en esas primeras lecturas de la Biblia, en el Salmo 68 me encontré con el versículo 5: “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada”, cautivo aún más mi corazón el saber que Dios sería mi padre. Durante todo este camino con Dios he vivido experiencias difíciles, muy fuertes, muchas alegrías y también muchas lágrimas, pero en todos esos momentos he conocido a un Dios muy cercano, misericordioso, que perdona, restaura y fortalece.

 ¿Cómo fue tu llamado a trabajar a tiempo completo en la iglesia?

Durante mucho tiempo escapé de esa responsabilidad, soy diseñadora de vestuario y me gustaba mucho mi trabajo como diseñadora y no quería abandonarlo, además veía a pastores y misioneros/as y no me sentía capacitada para el servicio, había otras personas con mejores habilidades y podían desempeñar de mejor manera esta labor.

Pasé un tiempo de crisis, cesantía y de querer emprender algo propio, cuando Dios comenzó a hablar e insistir con más fuerza que debía estudiar y prepararme para servir en su obra, fue una lucha muy grande en mi interior, no quería renunciar a diseñar porque era mi pasión. Yo sabía que no tenía las capacidades necesarias y como Moisés comencé a dar mil excusas al Señor, cuando llegué a la número mil, me rendí, no tenía más argumentos, fue cuando conversé con Jesús y acepté su invitación a servirle a tiempo completo y que ya no pondría más pretextos y que él me preparara para lo que me necesitaba. Me tomé unos días y posteriormente hablé con mi familia me apoyaron y comenzaron a orar.

¿Cuántos años llevas en el ministerio?

 Por la gracia del Señor este es mi sexto año de ministerio. Comencé en el 2011 en la iglesia ACYM de Providencia, era a medio tiempo. Mi labor era iniciar un ministerio para migrantes, el pastor titular en ese momento era Luis Arriagada; fue un lindo tiempo de conocer y acompañar a muchas mujeres que llegaban a Santiago, compartir con ellas sus momentos de soledad, de injusticias, pero verlas perseverar y avanzar con Jesús

En el 2014 inició una nueva etapa en la iglesia, el pastor Javier Ortega fue elegido pastor titular y él me invitó a ser parte del equipo pastoral a tiempo completo y también llegaron nuevas responsabilidades; desarrollar una pastoral de la niñez, ministerio de oración, misiones y migrantes. Ser parte de un equipo pastoral ha sido una bendición; mis colegas han sido muy generosos y me han apoyado mucho, hay una buena relación con todos, de mucha confianza. Doy gracias a Dios por tener el privilegio de servir junto a ellos, nunca dejo de aprender de ellos. Creo que el aporte femenino en el equipo pastoral hace que la iglesia vea como muy cercano el ministerio de la mujer.

Según tu experiencia ¿qué dificultades has debido enfrentar en el ministerio?

Pienso que la mayor dificultad es no creer que el Señor es quién te llama, sabe que eres mujer y que serás un aporte en su obra. Meses antes de graduar del Seminario Aliancista en Santiago y postular en algún distrito, como estudiante debes tomar muchas decisiones y buscas en oración la dirección del Señor, y yo no sabía qué hacer.  En esos tiempos de reflexión, Dios me enfrentó con una frase similar a esta: “yo te llamé a ti y ahora ¿tú pondrás la excusa de que no puedes servir porque no te has casado?”. Recuerdo que pensé, sé que el algún momento tendré que enfrentarme a Jesús cara a cara y no puedo decirle: “sabes Señor, te equivocaste en llamarme, como soy soltera, no puedo hacer nada”. Me dio mucha vergüenza ese argumento. Inmediatamente recordé Josué 1:8, fui valiente y nuevamente caminé por fe; le dije al Señor: “si tú me necesitas y me has ayudado en mis estudios en el seminario, yo no soy nadie para decirte que no, si tú vas conmigo abriendo puertas, yo entraré sin temor. Desde ese momento comencé a valorar cada vez más este compromiso de servirle y que Jesús me haya considerado digna para el ministerio.

 ¿Cómo ha sido la respuesta o recibimiento de los hermanos?

La relación con la iglesia ha sido muy buena, me han apoyado mucho en mi crecimiento en el servicio al Señor. En lo cotidiano, los hermanos y hermanas ven como cercana la labor pastoral de la mujer. Por la realidad de nuestra iglesia de Providencia, siempre se integran nuevas personas que vienen de otras denominaciones y algunos no entienden que una mujer pueda realizar la santa cena o predicar, otros se sorprenden de que sea soltera y sea pastora. Luego van conociendo la iglesia y valoran la oportunidad que la iglesia tenga una pastora.

¿Qué palabras de aliento darías a las mujeres que tienen el deseo de prepararse para el ministerio?

Algo que me alienta cada día es entender que en el tiempo de Jesús hubo muchas mujeres que fueron sus discípulas, y que tuvieron que enfrentar una sociedad que no comprendía el lugar de la mujer y cómo el Señor les abría un espacio de servicio y liderazgo. Hoy Jesús sigue llamando a mujeres y hombres para servir, no hay que dejar que nuestros miedos nos paralicen, debemos ser valientes y tomarnos de la mano de Jesucristo. Si Dios te está llamando al ministerio, él no se ha equivocado. Las excusas no tienen validez frente a Dios, que tiene el poder y la autoridad  para capacitarte en todo lo que necesites para el servicio al que te ha llamado. La sociedad actual y la iglesia necesita conocer el ministerio de las mujeres valientes, maduras, luchadoras, rendidas completamente a Jesucristo.

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