Te has preguntado ¿que pasaría si tú y yo, saliéramos de nuestras iglesias locales a predicar el evangelio a las cárceles, a los hospitales, a los marginados de nuestra sociedad, a aquellos con quien nadie quiere estar?
Bueno, esto fue lo que hizo A. B. Simpson. el fundador del movimiento aliancista en el mundo. quien después de prepararse teológicamente pastoreó varias iglesias acomododadas de Canadá y EE.UU. Sin embargo, a poco andar con Cristo, comenzó a sentir la gran necesidad de las almas perdidas fuera de la iglesia, en países y tierras lejanas.
Así, decidió dedicarse a tiempo completo a la evangelización. Partiendo desde Nueva York, dejó la congregación y aunque algunos miembros de la iglesia le insistían en que siguiera con ellos, y otros profetizaban el fracaso de la nueva empresa que estaba por emprender, él no volvió atrás. Casi sin sustento material, solo dependiendo de Dios, inició el germen de lo que somos en la actualidad.
En 1887, se inicia el movimiento aliancista que al principio se denominó Alianza Cristiana, porque su propósito era unir a los cristianos de diferentes iglesias, de manera fraternal. Desde el seno de esta Alianza surge una sociedad misionera cuyo propósito era llevar el evangelio fuera de las fronteras, así se fusionaron estas dos organizaciones, y en 1897 se formó nuestra Alianza Cristiana y Misionera.
Una de las primeras metas de este organismo fue el envío de misioneros, saliendo en primera instancia una embajada a África. Son los pioneros de miles que a través de los años han dejado sus tierras por ir a otras con la verdad de Jesucristo.
Dos propósitos movían la vida de Simpson: su pasión por Cristo y el anhelo de que otras latitudes conocieran a este Cristo. Desde aquella bendita incitativa de Dios, los misioneros voluntarios comenzaron a salir fuera de los estados unidos y es por medio de una de esas embajadas que se inicia nuestra historia.
Tomado del Libro: Desde el Siglo y hasta el Siglo Tú eres Dios.